Por
/ Lunes 15 de septiembre de 2014
“Faltan los amigos que marcharon
lejos, dentro de la tierra
sentimiento adentro” Canción de Ali primera
Está hecha Colombia de infamias, las de
aquellos que le atraviesan en la médula un TLC agudo, la riegan con
glisofato y luego la bombardean. Los mismos se regocijan entregándola a
pedazos sobre el río de sangre derramada.
La canadiense Pacific Rubiales se asienta cual vampiro chupando el
petróleo sobre el hambre de los trabajadores. La surafricana AGA -Anglo
Gold Ashanti-, voraz por el oro de la mina la Colosa, tritura el
vientre de la madre tierra. ENDESA, terror y devastación, desata su
danza tétrica de horror. Medoro, saquea el oro. Cerrejón el carbón. La
Drummond, asesta los tentáculos paramilitares del horror [1].
Se fueron los humedales, se trocaron los cauces de las aguas, se
exploto el territorio en mil pedazos, los rufianes del terror toman
whisky y ríen sobre los escombros. Las comunidades desterradas con un
grito de dolor, y las multinacionales a sus anchas instaladas violentas,
cruentas, violadoras de todo principio y razón. [2]
En Colombia mueren 20.000 niños de hambre y desnutrición al año* [3].
De 47 millones de habitantes, el 68% vive la angustia que da la pobreza
y en el drama de la indigencia. Es tal la inequidad, que Colombia
ostenta el primer lugar en desigualdad en la región. Sus estirpes de
maloliente sangre azul se enriquecen a costa del empobrecimiento de las
mayorías. El pueblo es el doliente de los males del perverso sistema y
del modelo neoliberal que las elites implementan, es víctima de todo
infortunio, como si la fatalidad fuera el destino natural y su único
derecho.
Colombia sufre desde tiempos inmemoriales esta guerra desatada por
las bestias sin alma, es una guerra ensañada especialmente sobre las
comunidades campesinas, indígenas y afro descendientes de las zonas
rurales. El campo abierto de mariposas y aire puro, lo han convertido en
un infierno: ¡bombardean, fumigan, masacran!, han desatado un
genocidio, aleve, impúdico, canalla, ruin.
Que nos quedemos quietos, que aquí no ha pasado nada. Como la pobre
viejecita sin nadita que comer: erase un país sin nadita que doler, sino
masacres, desaparecidos, asesinatos, “falsos positivos”, represión,
persecución y otras infamias en dolor mayor. El autor de tal terror, el
hacedor de esta guerra, se ufana y pavonea por tener el ejército más
armado del mundo, junto con Israel y Egipto. Un ejército financiado y
entrenado por EEUU, dotado de una de las mejores tecnologías. Esa clase
en el poder, élite rastrera del imperio más brutal y despiadado que
lengua mortal decir no pudo, actúa en mancomunada semejanza de bárbaras
naciones. La luz se hizo sombra con el genocidio sobre 3.000 integrantes
de la Unión Patriótica. Lento y perseverante prosigue el genocidio, han
asesinado a más de 40 dirigentes sociales y populares de la “Marcha
Patriótica”. Los datos sobre algunos de los crímenes de la clase en el
poder son elocuentes: “Por lo menos el 83% de las masacres, el 83,2% de
las ejecuciones extrajudiciales y el 97,7% -casi todas- de las
desapariciones son responsabilidad estatal”. [4]
Mapiripán viene a mi memoria con un testimonio que devela claramente el hacedor de esta guerra y autor de la brutal masacre [5]:“Allí
estuvieron masacrando, violando, cortado cabezas durante 10 días,
mientras el ejército impedía que entrara o saliera nadie del sitio de la
masacre”. "Así, debido al cruel cerco del ejército que garantizó la
horrenda masacre, nadie pudo darle auxilio a la población. El ejército
combatió a las FARC que intentaron romper el cerco para socorrer a los
campesinos que estaban siendo masacrados, pero el cerco era una
operación conjunta del ejército, paramilitarismo y estadounidenses, con
planchones sobre el río, retenes, y aviación”. [6].
Masacres, con las que han logrado desplazar a comunidades enteras no
han cesado en el actual contexto de conversaciones en la Habana, que se
dicen de paz. Ese terrible desplazamiento de mujeres, hombres y niños
huyendo de la guerra, dejándolo todo atrás, sin saber qué les espera, ni
dónde llegar, obligados a abandonar el terruño y quedar como parias de
la tierra, rompiendo el tejido social, para pasar a ser parte de las
zonas periféricas de las ciudades donde se asienta la pobreza y la
miseria. A las bestias sin alma no les basta tanto privilegio, tanta
riqueza, tanto “esplendor”, buscan extinguir la población rural para
apropiarse de tierras en beneficio del latifundio y las multinacionales,
porque esa clase que detenta el poder, en su enorme perversión, vendió
su alma al diablo, al gran capital trasnacional.
Y en la Colombia de la guerra y sus infamias, se persigue a los
trabajadores, se mata sindicalistas, se dispara y asesina a
manifestantes como tantas veces y siempre lo han mostrado los gobernante
de turno. Y lo ha mostrado el reelegido presidente de hoy que funge de
pacífico, le vimos cuando el campesinado salió a protestar porque
razones no le faltan, encarnizado con su ejército matando, hiriendo,
arrestando a los campesinos. Así también le vimos su maleante alma,
cuando comunidades del departamento del Huila, protestaron por los
tantos daños sobre su humanidad resentían, generados por la construcción
del Proyecto Hidroeléctrico el Quimbo: podemos ver en video toda la
indolencia de clase en acción [7].
Y esta danza del horror no parece terminar. Quienes apuestan por
justas causas son encerrados en las mazmorras del sistema, sometidos a
tratos violentos e indignos y tenidos en las más ignominiosas
condiciones. Son miles los prisioneros hacinados en la ignominia, en
estado de indefensión, a los que se les montan sumarios con pruebas
falsas. Cuántas lunas eclipsadas ante tanta vejación, con testigos
perjuros que luego desaparecen, es el imperio de corrupción desde el
guardia al director, sus derechos vulnerados, canción en dolor mayor,
torturas, asesinatos.
Nos quieren mutilar la conciencia, la memoria y la razón, ocultarnos
quiénes son los que hacen esta guerra, confundirnos, alienarnos y no
obstante los hechos explosionan en nuestra cara mostrándonos su autor:
Allí están, como fantasmas errantes los jóvenes humildes y aquellos
seres asesinados por los militares que, disfrazando sus cadáveres, les
hicieron pasar como guerrilleros abatidos en combate, a los que han
llamado “falsos positivos”. Y están también los desaparecidos, no les
vemos, les sentimos, les percibimos, les recordamos, un crimen de estado
de vieja data del que se dice que el número de desaparecidos en
Colombia, rebasa las cifras de la dictadura argentina y chilena
reunidas” [8].
Y en crueldad de límites inconcebibles, otro hecho de esta guerra que
también nos estalló en la cara. En el 2009 fue el hallazgo de dos fosas
comunes. Una de ellas, la mayor del continente, contenía dos mil
cadáveres, y luego supimos que los cadáveres eran cuerpos de
desaparecidos y asesinados por el ejército. Ello quedó evidenciado en
las audiencias públicas a testigos y familiares de desaparecidos.
Impunes siguen los canallas. Los cuerpos desmembrados, las
motosierras sangrentadas, las fosas con los seres derrumbados. Ejércitos
demenciales ejecutan el genocidio planificado por sus amos. Son sus
brutales instrumentos militares y paramilitares los que sus mezquinos
intereses les han salvaguardado.
El astuto y cruento autor de esta guerra con mentiras y montajes
propios de su catadura perversa, se ha escondido tras bambalinas, baila
detrás del telón, inventa a quien culpar, difama, denigra, calumnia.
Para eso tiene sus medios de manipulación, de esta forma logra engañar a
los más, y algunos idiotas o malversados incluso que se dicen de
izquierda repiten y alimentan el discurso oficial. Nos vienen a decir
que los que se alzan contra tamaña ignominia son los autores del terror.
Vienen a indilgar las víctimas de este país a la insurgencia que por
razones de sobrevivencia decidió enfrentar al enemigo de clase,
enfrentar a quien le agrede, su legítima defensa. O, pregunto a los
lectores, no es ataque y agresión lo descrito en líneas anteriores? O,
acaso son los insurgentes los que asesinan sindicalistas, los que
persiguen y reprimen, los de los “falsos positivos”, los que generan la
pobreza, los autores de las masacres contra el pueblo? La insurgencia es
pueblo en armas, particularmente población de las zonas rurales, que,
con más o menor conciencia, enfrentan la burguesía, la oligarquía, el
imperialismo norteamericano, son pueblo y como tales también víctimas de
este estado y de esta guerra brutal de los poderosos. Es momento de
responder a la memoria del conflicto y hacer las preguntas por las
causas y dirimir la razón histórica de quienes se alzaron en armas. Nos
vienen ahora, con frases vacuas y fariseas, con discursos falsos sobre
la paz, esos representantes de la oligarquía, con devoto fervor de
chicle pegado USA y vinagre de ponzoña de su propia clase. ¿Un discurso
de paz mientras hacen la guerra?, ¿qué es eso?
En justicia, es a esa clase deshonrosa y malévola que ha tomado el
poder en Colombia y se ha convertido en verdugo y victimario del
pueblo, a la que en el actual contexto, le debemos exigir verdad,
justicia y reparación, es a esa clase gobernante a la que se debe exigir
gestos y acciones de paz, es a esa clase a la que se debe exigir que
pare la guerra, pues es esa clase la que la desató y como monstruo la ha
implementado contra un pueblo, independientemente de que éste, este o
no armado.
Los pueblos del mundo tienen derecho a la rebelión, a liberarse del
yugo opresor, a defenderse de la brutal violencia de que es víctima y el
pueblo colombiano tiene ese legítimo derecho. Una paz cierta pasaría
por cambios estructurales y el desmote del modelo neoliberal, cosa que
no será resultado de la firma de los acuerdos eufemísticamente llamados
de paz, será el resultado de la resistencia y lucha del pueblo
colombiano. Y mientras esa utopía se convierte en realidad, en el aquí y
el ahora, la paz comienza por que el estado desmonte su herramienta
paramilitar y su ejército asesino, que cese los asesinatos de
opositores, que cese la entrega del país en concesiones a las
multinacionales, que cese el saqueo, el despojo, el empobrecimiento de
las mayorías. Que no haya tinta regando su sevicia para falsear la
realidad, que no se repriman las justas luchas y anhelos populares
cuando se protesta, que no haya más marcas, ni huellas fatales de su
violencia, que se restablezcan los derechos del pueblo, que no sean
ignorados, ni se sigan vulnerando, salud, educación. Por allí
comenzaría, pero la paz cierta y verdadera, va mas allá de ello, es el
emprendimiento de una nueva patria socialista con justicia y equidad y
ello nos corresponde construirlo a todos los vilipendiados de esta
Colombia herida.
NOTAS
[1]
Las multinacionales en nuestro territorio han violado los derechos
humanos y han causado enormes daños al medio ambiente. Se presumen y se
sabe de vínculos de muchas de ellas con paramilitares, en particular
la Drummond ha sido cogida en flagrancia por financiar y apoyar
estructuras paramilitares www.paxforpeace.nl/stay-informed/news/power-companies-must-stop-buying-blood-coal
[2]
Nuestros recursos naturales a sus arcas, agrediendo comunidades y sin
importar vida humana, ni pájaros que vuelen, ni agua que corra,
devastan, matan y destruyen. Esas compañías se llevan el 96% y
teóricamente Colombia se queda con el 4%. Y más del 40% del territorio
colombiano está pedido en concesión por multinacionales mineras.
[3] Cifra de UNICEF
[5] www.kaosenlared.net/noticia/video-pruebas-accionar-conjunto-entre-paramilitares-ejercito-colombia
[6]
Testimonio del valiente Leonardo Iván Cortes Novoa, Ex juez de
Mapiripán, hoy en el exilio. Igualmente se puede leerle: Las dos
masacres de Mapiripán, en el departamento del Meta, Colombia y el circo
mediático del ministerio de la defensa.
[7] Quimbo www.youtube.com/watch?v=2X2j2UOMTwc.
[8] www.rebelion.org/noticia.php?id=119299,
Pero caso contundente se dio en el 2008 con la concurrencia de
familiares y amigos de victimas en el congreso cuando sesionó el
Tribunal Internacional de Opinión sobre la Desaparición Forzada en
Colombia. Según innumerables testimonios, las detenciones forzadas han
sido coordinadas entre los militares, los paramilitares, la policía, y
el DAS. Oficiales de alto rango en muchos casos. ASFADES hasta hoy 20014
ha seguido emitiendo informaciones sobre los casos de desaparición
forzada.
Hay que preguntarse cuánto tiempo puede durar la paz si se firma con un solo grupo armado siendo que existen más...
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