"En Colombia no ha habido nunca una verdadera democracia. Hacer política de oposición al establecimiento en Colombia es una cuestión supremamente difícil, un acto que muchos han pagado con su vida. Queremos abrir un debate para que entre todos logremos realmente un país pluralista, incluyente"
Entrevista
Tomado de Semanario Voz
Por Carlos Lozano
El director de VOZ conversó con el comandante Pablo Catatumbo, miembro del Secretariado de las FARC-EP e integrante de su delegación de paz en La Habana. Hablaron de varios temas y el dirigente guerrillero hizo sus propias reflexiones sin eludir las preguntas
Pablo Catatumbo fue uno de los últimos integrantes incorporados a
la delegación de paz de las FARC-EP, proveniente de las montañas de los
departamentos del Cauca y del Valle del Cauca, epicentro de agudos
combates y donde es de alta intensidad la confrontación armada. En poco
tiempo, Catatumbo se puso al día del funcionamiento de la Mesa de
Diálogos y del contenido del debate en seis meses de conversaciones,
enriquecidas con la participación ciudadana, en particular de
organizaciones agrarias, sociales y populares. Reconoce que es
definitiva la participación popular. Para él es la presencia a distancia
del constituyente primario.
Valora el significado del “acuerdo parcial” sobre el tema agrario:
“Lo logrado es un gran paso en el camino hacia la democratización de las
estructuras rurales de nuestro país”, señala sin exageración. Los demás
puntos también serán difíciles, requieren del tiempo razonable, aquel
que no es eterno ni indefinido, pero sí el estrictamente indispensable
para llegar a un acuerdo concreto y sostenible de paz con democracia y
justicia social.
Pablo Catatumbo dice con ironía que el diálogo de paz no es un
reinado de belleza, es difícil y complejo. Habla con profundidad de los
logros de la Mesa y del futuro en medio del análisis políticos que
demuestra contradicciones y dificultades, pero también enormes
posibilidades de un final feliz y no precisamente como en una telenovela
rosa, sino en el nuevo estadio político, social y económico de otra
Colombia posible.
Cuando ya estaba editada la entrevista se precipitaron los
acontecimientos políticos a raíz de las erráticas actuaciones y
posiciones del presidente Juan Manuel Santos, como darle credibilidad a
la falsimedia de que las FARC son las responsables de las amenazas a
sindicalistas, la reunión con el golpista Henrique Capriles y el anuncio
de la integración de Colombia al pacto militar agresivo de la OTAN, que
desataron la crisis de las relaciones con la República Bolivariana de
Venezuela y un enérgico comunicado del Secretariado de las FARC en que
asegura que “en el limbo se encuentran los diálogos de La Habana”.
No se conoce aún qué incidencia haya tenido el comunicado de las
FARC en el inicio del décimo ciclo de conversaciones, pero lo cierto es
que se ha perdido bastante confianza. Es un retroceso después del avance
histórico que significó el acuerdo reciente. Detrás de ello está la
mano de Washington, las declaraciones de Santos y la bienvenida a
Capriles coincidieron con la visita a Bogotá del vicepresidente de
Estados Unidos, Joe Biden. No existe duda de que Santos debe dar señales
claras de voluntad para recuperar la confianza, si alguna vez la tuvo.
Lo aprobado
–¿Qué fue lo que se aprobó y que beneficios concretos tiene para la población campesina y la soberanía alimentaria?
–Como principios del acuerdo parcial a que se ha llegado en La
Habana, se establecieron el respeto por la naturaleza y la participación
incluyente de las comunidades del campo colombiano en todo lo que habrá
de desarrollarse a partir de la implementación de lo convenido. Un
asunto cardinal en este primer punto de la agenda es haber logrado el
compromiso del gobierno de formalizar la propiedad de miles de
campesinos y campesinas que han sido partícipes de procesos de
colonización. Esto es un hecho muy importante para el campesinado
colombiano, que durante toda la historia patria ha sido sistemáticamente
excluido del régimen formal de propiedad de la tierra.
Es pertinente destacar esta cuestión, pues es un gran paso en el
camino hacia la democratización de las estructuras rurales de nuestro
país. Acompañado de esto, se plantea el cierre definitivo de la frontera
agrícola colombiana, cerrándole el paso a la explotación intensiva, sin
perjuicio de las comunidades rurales. Igualmente acordamos la creación
de un fondo de tierras, que aunque no ha sido aún bien definido está
destinado a la provisión gratuita de tierras a campesinos sin tierra, o
con tierra insuficiente, afrodescendientes e indígenas.
Acompañamos este logro con la definición de un nuevo catastro del
campo colombiano, que no se hace desde hace 54 años, buscando un
reordenamiento productivo y socioambientalmente sostenible.
Todas estas reformas estarán validadas con la puesta en marcha de
programas de desarrollo con enfoque territorial, planes nacionales que
acompañarán los procesos productivos y que tendrán importantes impactos
en lo productivo, el desarrollo social y el abastecimiento alimentario, a
la vez que coadyuvarán al plan de suprimir la pobreza extrema, entre
otras metas que forman parte de la reforma rural integral, en la
búsqueda del buen vivir de todos los que labran el campo, con
condiciones dignas y participación democrática.
Temas pendientes
–En la declaración de la delegación de paz de las FARC-EP se
plantea que quedan pendientes unos aspectos puntuales que deberán
retomarse antes del acuerdo final. ¿Cuáles son?
–Sí, en realidad dentro del acuerdo parcial quedaron varios temas
pendientes, algunos de ellos, por su importancia, muy sensibles y yo
diría que fundamentales para alcanzar un acuerdo final satisfactorio
para ambas partes. En todo caso existe el compromiso de que al final del
proceso se volverá sobre esos temas. Entenderá usted que existen
cláusulas de confidencialidad en la Mesa que se ligan al principio
rector del Acuerdo de La Habana: “Nada está acordado hasta que todo esté
acordado”. Por ello no puedo referirme con más precisión a esos puntos
en cuestión.
–Lo entiendo muy bien… ¿Está más cerca el acuerdo político de paz, a pesar de las salvedades puntuales?
–El acuerdo parcial frente al primer punto es un paso
importantísimo. Queda aún un buen trecho por recorrer, pero se demuestra
que con voluntad política y escuchando los clamores del país nacional,
es posible avanzar y obtener triunfos en las batallas de la paz.
–Está en turno el segundo punto de la participación política, es un
tema importante y de trascendencia para el futuro de la democracia.
Algunos lo reducen a la participación de las FARC en el espacio
político. ¿Cómo sustentan las FARC-EP la posición al respecto? ¿Qué
propuestas llevan?
–Se habla mucho que nosotros entendemos participación política
simplemente como nuestra presunta participación parlamentaria. Pero esa
no es la esencia de nuestras banderas ni nuestra principal inquietud. En
Colombia no ha habido nunca una verdadera democracia. Lo que nos mueve
en este punto preciso es buscar elementos para que se dé una verdadera
instauración de la democracia en Colombia. Usted sabe que hacer política
de oposición al establecimiento en Colombia es una cuestión
supremamente difícil, es casi un acto heroico que muchos han pagado con
su vida. Lo que queremos es abrir un debate nacional para que entre
todos logremos realmente un país pluralista, participativo, incluyente.
Hemos leído las propuestas que partidos, movimientos sociales e
individuos realizaron en el pasado Foro de Pensamiento de la Universidad
Nacional y las Naciones Unidas, y no sabe usted cuán identificados
estamos con los planteamientos de ese torrente de opiniones tan diverso.
De esa participación política es que hablamos, la de las amplias y
diversas mayorías que debaten y construyen en colectivo.
La participación política
–A propósito del segundo punto de participación, ¿cómo lograr mayor
intercambio con los sectores populares en la Mesa? ¿Cómo hacer que este
proceso no sea tan cerrado como hasta ahora?
–Es que eso es una determinación que ha querido imponer
absurdamente el gobierno de Santos, pretendiendo que es posible avanzar
en un acuerdo sin la participación de los distintos sectores sociales y
populares, sin que estos dejen sentir sus voces en la Mesa, lo que en la
práctica se ha venido quebrando, con la movilización del pasado 9 de
abril, las que se tendrán que repetir sucesivamente, igual con los
foros, tanto en el agrario como el de participación política y la
realización de diversos certámenes en que las FARC han venido
interlocutando con diversos sectores de la población.
Las comunidades en su sabiduría y creatividad popular sabrán
inventar mecanismos de participación, a través de asambleas, foros,
cabildos, o cualquier otra forma deliberativa, realizarán sus propuestas
por sector social, en los que llamamos especialmente a los sectores
urbanos, de mujeres, jóvenes, trabajadores, LGBTI, entre otros, a
pronunciarse y a sumarse; para ellos están las páginas de internet,
tanto la establecida en la Mesa conjuntamente con el gobierno, como las
que aparecen en “Foro permanente” o “Pueblo pa la mesa”, ahí se
recepcionan sus propuestas y pueden estar seguros que nosotros las
tendremos en cuenta.
Por lo demás, ni la soberanía política de las FARC-EP ni el
protagonismo principal del constituyente primario son asuntos que puedan
ponerse en discusión.
–Se especula mucho con el tema de las víctimas, algunos creen que
allí está el “nudo gordiano” del proceso. ¿Cómo lo entienden ustedes?
–Nosotros somos plenamente conscientes de que todo conflicto
interno como éste deja víctimas y genera heridas que son difíciles de
curar, víctimas del conflicto. Pero nadie debe olvidar la
responsabilidad del Estado y de la clase dirigente en el origen y en la
génesis de ese fenómeno que ha dado en llamarse “la violencia” en
Colombia y con toda esta tragedia que nos ha correspondido vivir a todos
los colombianos y colombianas. Y los farianos y farianas nos incluimos
allí también, pues hemos sido igualmente víctimas de persecución
política, de asesinatos, desapariciones, desplazamientos.
“Soy una víctima”
–¿Usted se considera víctima?
–Mire: a mí me torturaron en las famosas caballerizas del batallón
Pichincha en la época de Turbay, posteriormente me secuestró el MAS
conjuntamente con el tristemente célebre Batallón Charry Solano y me
recluyeron y torturaron en instalaciones del ejército en Bogotá, perdí a
un hermano en esta guerra, una hermana mía fue asesinada por Carlos
Castaño, y mi familia tuvo que asilarse y salir del país. Similar
situación vivieron Alfonso Cano, Timoleón Jiménez, Iván Márquez, Ricardo
Téllez, Simón Trinidad, Andrés París, Jesús Santrich, Solís Almeida,
Camila Cienfuegos y combatientes de casi todos los bloques de las
FARC-EP.
–¿Víctimas es un tema tabú para ustedes?
–Para nosotros ese no es un tema tabú, ni mucho menos. Las víctimas
del conflicto, afortunadamente, son un sector social cada vez más
deliberativo, organizado, y eso nos parece un avance para la comprensión
y el debate público nacional y también para la búsqueda de salidas
políticas. Por ello hemos planteado la posibilidad de la conformación de
algún instrumento de veeduría al tema, con participación de la
comunidad internacional, de organismos humanitarios y, como no, de
nosotros, como fuerza insurgente y parte del conflicto.
Con lo que no estamos de acuerdo es con el ruido mediático que
pretenden generar algunas ONG vinculadas a la inteligencia militar y a
la reacción, que muestran cifras y testimonios sin sustento alguno,
fabricados en los batallones, como caballito de batalla en contra de la
paz y de la búsqueda de un acuerdo.
No a la reelección de Santos
–¿Qué posición tienen las FARC sobre las aspiraciones reeleccionistas del presidente Santos?
–Lo hemos señalado suficientemente: la paz es un objetivo supremo
de la nación colombiana, y debe estar por encima de intereses
personales, partidistas o económicos. El presidente Santos, de acuerdo a
la legislación vigente actualmente en Colombia, está en su derecho de
lanzarse a la reelección, de eso no hay duda.
–¿Quiere decir esto que apoyan la reelección?
–No, no la apoyamos, nosotros somos la verdadera oposición al
gobierno de Santos, no nos gusta su programa político ni su plan de
desarrollo basado en la reprimarización de la economía y en su entrega
del país a las corporaciones financieras y a la voracidad de las
transnacionales. Tampoco nos gusta el régimen político que él representa
por oligárquico y excluyente, además las FARC-EP no participan del
escenario electoral ni lanzamos o apoyamos candidaturas.
Me remito al comunicado del Secretariado previo a las elecciones
pasadas de alcaldes y gobernadores: allí está muy claro el horizonte
táctico que hemos trazado para esta coyuntura. Sería además un
despropósito total apoyar la reelección de un gobierno al que al tiempo
se combate en toda la geografía nacional, como efectivamente lo hacen
las guerrilleras y guerrilleros de las FARC-EP.
–En las filas de la izquierda se plantea un proyecto alternativo
unitario para defender el proceso de paz de La Habana, exigir la
apertura de diálogos con el ELN y el EPL y para convertir a ese
movimiento amplio en opción de poder. ¿Qué opinión les merece?
–Pues que saludamos efusivamente dicha alternativa. La Mesa de La
Habana es un logro de todo el pueblo, y su eventual fracaso sólo
beneficia a la extrema derecha ultramontana y a quienes se oponen a los
cambios político-sociales que Colombia necesita. Por ello es el clamor
popular, ese mismo que se expresó el 9 de abril pasado, quien debe
buscar senderos de unidad para ampliar el radio de acción de la lucha
por la paz.
Nos parece de gran importancia que se abran escenarios de diálogos
con la insurgencia toda, pues sabemos que los compañeros del ELN y del
EPL tienen mucho que aportar en este momento, y que sin la participación
deliberante y propositiva de ellos, no es posible avanzar hacia la paz
con justicia social.
–Se habla entre periodistas y analistas que en los seis puntos hay
unos difíciles y otros fáciles. ¿Cuáles son para las FARC los difíciles y
cuáles los fáciles?
–Hombre, en estos temas tan trascendentales me parece que no hay
cosas fáciles. La paz es una tarea titánica, y no podemos abordarla con
pensamientos simplistas. Es mejor hacerle despacito y con buena letra,
que metidos en una carrera loca de la que tengamos que arrepentirnos
prontamente, para que sea nuestro pueblo al que le toque pagar el pato.
Mire usted los procesos anteriores, y mire la realidad colombiana
contemporánea: ¿Trajeron la paz a Colombia?
¿En dónde están los avances de esos procesos de paz tan mediáticos y
supuestamente ágiles? Lo que pasa es que mediáticamente los grandes
medios han vendido la idea de que se puede cubrir los diálogos como si
del reinado de Cartagena se tratara, y así no es la cosa. Las FARC-EP
tenemos una enorme responsabilidad con nuestro pueblo, y no vamos a
actuar a la carrera en un tema que es vital para la vida de millones de
compatriotas y para el futuro de nuestra patria.
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