Durante el juicio a los militares y paramilitares implicados en la brutal masacre, entre las cuales se encontraban niños de 11 años, 5 años y 21 meses, se escuchó el siguiente testimonio como una escalofriante justificación del infanticidio: “estos niños se volverían guerrilleros por eso se ordenó"
Por: José Antonio Gutiérrez D.
10 de Febrero, 2013
Continúa la Guerra Sucia en La Marina (Chaparral, Tolima): Amenazas del Ejército contra la familia Díaz
El día 2 de Febrero fue asesinado el guerrillero Giovanni Díaz “Carne Asada” en la vereda Tulini, cerca del cruce de El Limón y La Marina, municipio de Chaparral Tolima. Los hechos aún están por esclarecerse, pues mientras los campesinos del sector dicen que tanto el guerrillero como un campesino civil que lo acompañaba fueron asesinados a tiros por paramilitares que se desplazaban en una motocicleta, el Batallón No.17 “José Domingo Caicedo” de la Sexta Brigada ha reclamado la autoría del asesinato mediante un parte militar, diciendo que éste se habría dado, supuestamente, en medio de “fuertes combates”. Cabe recordar que, en el pasado, varios efectivos de este Batallón han sido señalados e incluso algunos judicializados por pertenecer a grupos paramilitares tales como los “Urabeños” y las “Águilas Negras”.
Más allá de la veracidad del comunicado militar en torno a los hechos, hay elementos en él que son extraordinariamente inquietantes. El comunicado del Batallón Caicedo revela la naturaleza real de la guerra sucia que se vive en Colombia en contra de las comunidades campesinas y el impacto particular que ésta tiene sobre el municipio de Chaparral. En el comunicado se lee lo siguiente:
”Vale la pena destacar que alias Carne Asada hace parte de una familia Fariana, ya que su padre alias Pompilio, su hermano Enzo Diaz Bermudez, su tío alias Arcesio y su prima alias Vanesa fueron capturados en diferentes años atrás por delitos como rebelión, secuestro y extorsión; actualmente los tres últimos se encuentran tras la rejas y alias 'Pompilio' salió libre en el 2010.”[1]
Lo primero que resalta de este comunicado, es que se estigmatiza a toda la familia del joven asesinado. Niños, ancianos, hombres, mujeres, todos los que lleven el apellido Díaz se convierten en “farianos”, y por tanto, en objetivo militar. No exageraba don Reinel Villabón, ex inspector de policía de La Marina cuando afirmaba en una reciente entrevista que “el teniente Vélez declaró objetivo militar a todos los García, porque alguno de ellos se fue para el monte con la guerrilla. Entonces toda la familia García es perseguida, se les presiona, se les mata. Ya antes habían torturado y asesinado a don Tiberio García en la vereda Brisas de San Pablo”.[2]
Este señalamiento de toda una familia como objetivo militar no es una práctica nueva, y trae al recuerdo la triste práctica originada en la época de la Violencia de “no dejar ni la semilla”. Esta consistía en la pulsión al aniquilamiento total de todo lo que tenga que ver con el “adversario”, asesinar incluso su descendencia, erradicar de la faz de la tierra todos sus lazos filiales. Al respecto, Guzmán Campos, Fals Borda y Umaña Luna en su célebre tratado, “La Violencia en Colombia” de 1962, decían:
“¿por qué matan a los niños? Para eso, para no ‘dejar ni la semilla’ del bando contrario (…) ‘No dejar ni la semilla’ es negar al hombre del bando opuesto el derecho a la procreación (…) El crimen culmina exterminando a la mujer como principio de vida y al niño como suprema concreción del amor (…) ‘Al enemigo hay que darle donde más le duela’, responden los ya degenerados (…) ‘¿Y qué es lo que más les duele?’ ‘Pues la mujer y los carajitos’, contestan”[3]
Esto no se dejó de practicar terminado ese primer ciclo de violencia; se practica hoy aún y eso es lo que nos da razones para estar preocupados por este comunicado amenazante y matonesco del Batallón Caicedo. Recordemos el caso de la masacre de San José de Apartadó el 21 de Febrero del 2005. Durante el juicio a los militares y paramilitares implicados en la brutal masacre, entre las cuales se encontraban niños de 11 años, 5 años y 21 meses, se escuchó el siguiente testimonio como una escalofriante justificación del infanticidio: “estos niños serían una amenaza en el futuro diciendo textualmente de manera que ellos crecían y se volverían guerrilleros (…) por ese motivo se ordenó a la tropa (…) ejecutarlos en silencio”[4]
Hoy existe alarma entre los vecinos de la Marina, pues el abatido guerrillero deja una compañera sentimental, dos hijos pequeños, una familia, padres y hermanos. Todos declarados objetivo militar, todos acosados, hostigados y perseguidos por el crimen de sangre. El Ejército ha declarado la guerra a los Díaz en La Marina y cargar este apellido es estar en la mira.
El comunicado, para añadir a la confusión, habla de “alias” Arcesio y de “alias” Pompilio, en circunstancias que esos son los nombres reales de estas personas. Uno de ellos, Arcesio, se encuentra hoy injustamente preso por su condición de dirigente agrario de Astracatol, en proceso con ocho compañeros más, perseguidos por su oposición al proyecto hidroeléctrico de ISAGEN en el Ambeima[5]. Arcesio es padre de Vanessa –nombre real, no alias-, insurgente presa, capturada herida en combate que por falta de atención médica perdió un pie en prisión. El otro, Pompilio (padre del abatido Giovanni y de Enzo, quien se encuentra en la cárcel desde hace unos cuatro meses sin méritos), ha sido también perseguido en el pasado por su compromiso con la lucha por la tierra para los campesinos en Colombia; él salió de la cárcel el 2010 por falta de méritos. Que el ejército ignore la resolución de una corte de justicia y siga insistiendo en este comunicado que “alias” Pompilio es un guerrillero, demuestra la prepotencia del estamento militar que en las zonas de “consolidación” se ha convertido en jueces y verdugos.
Hoy es importante que toda Colombia y que el mundo se enteren de lo que está pasando en La Marina. Es importantísimo acompañar a los procesos campesinos de esa zona, más aún cuando hoy está nuevamente la lucha por la tierra a la orden del día en la agenda nacional. Es importante poner la lupa en este rincón del Tolima donde el ejército viene implementando la guerra sucia en contra de los familiares de los insurgentes así como de toda expresión de resistencia y organización campesina. Denunciar esta situación, es hoy una manera de rodear a la familia Díaz y evitar que la guerra sucia pueda seguir impunemente por los siglos de los siglos.
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Notas:
[3] “:La Violencia en Colombia”, Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda, Eduardo Umaña Luna. Ed. Carlos Valencia, 1980, Tomo I pp.227-228
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