Esta es la realidad de un movimiento social subterraneo con una fuerza
que ni el propio gobierno ha dimensionado. Nuevos liderazgos que pueden
sorprender al país cambiando la dinámica política.
Por Jorge Enrique Botero/ 29-05-2014
Tomado de www.las2orillas.co
Estos dos grandes bloques impulsan en la actualidad, aunque por
separado, un paro agrario que tiene en vilo al gobierno, no solo porque
se teme que las protestas alcancen los niveles de agosto y septiembre
del año pasado, sino porque éstas se darán en plena recta final de la
campaña electoral, donde está en juego la reelección del presidente Juan
Manuel Santos.
Buscamos a los dirigentes de la protesta rural y los encontramos en
una casona de estilo inglés, en el corazón del tradicional barrio
bogotano de Teusaquillo, que sirve por estos días como “cuartel general”
de la movilización social.
Esta enorme y laberíntica casa de ladrillos rojos es la sede nacional
de Marcha Patriótica y a ella van llegando, poco a poco, decenas de
líderes agrarios de toda Colombia, mujeres y hombres curtidos en
centenares de batallas; caudillos indígenas que representan a casi un
millón de aborígenes; fundadores de la Anuc de los años 70 que no
ocultan su asombro ante el tamaño que tiene hoy el movimiento campesino y
popular; líderes del Catatumbo, del Magdalena Medio, el Cauca y el
Caquetá, Putumayo, Cundinamarca, Tolima, Huila y la Costa Atlántica;
jóvenes universitarios de varias capitales.
Muchos de ellos dicen que “el paro ya estalló” y ninguno evade el
debate sobre la pertinencia de paralizar una buena parte del país justo
en el mes que precede las elecciones presidenciales del 25 de mayo. El
ambiente está caldeado, tanto por las declaraciones oficiales de
siempre, que asocian las protestas con órdenes de la guerrilla, como por
la carta que emitió Piedad Córdoba llamando a aplazar las protestas
para no afectar el proceso de paz.
“Nuestra convocatoria al paro no tiene por qué afectar el proceso de
paz de La Habana, el que afecta ese proceso es el gobierno que no
muestra voluntad de solucionar los problemas del campo”, dice Marylen
Serna, oriunda de Cajibío (Cauca), vocera de un movimiento llamado
Congreso de los Pueblos, con presencia en prácticamente toda la
geografía nacional.
Marylen agrega que la Cumbre Agraria, étnica, campesina y popular es
“un espacio de unidad y de articulación de las más importantes
plataformas del sector agrario, con influencia también en las grandes y
pequeñas ciudades, que hemos decidido juntar nuestras apuestas y
nuestras agendas en un ejercicio cuyo primer gran resultado ha sido la
elaboración de un pliego unitario, que presentamos al presidente Santos,
así como la convocatoria al paro nacional agrario y la conformación de
una mesa única de negociación con el gobierno nacional”.
Según esta dirigente del Congreso de los Pueblos, la movilización
campesina que se ha iniciado responde al mandato de una cumbre realizada
en Bogotá a mediados de marzo, donde más de 4 mil líderes rurales de
todo el país decidieron que la mejor forma para que el gobierno le pare
bolas a su pliego único es mediante la presión, es decir la movilización
de enormes masas de campesinos a las carreteras del país. “En lo que
tiene que ver con el Congreso de los Pueblos, nuestra gente ya comenzó
la movilización. En este momento el nororiente colombiano, Casanare y
Arauca ya está con personal en las carreteras, así como el sur de
Bolívar, el Bajo Cauca y la región del Catatumbo”.
Relata Marylen Serna que el 30 de marzo radicaron en la Presidencia
el pliego único de los campesinos y que el 11 de abril el gobierno los
llamó para una primera reunión que tuvo lugar en la Casa de Nariño:
“Allí le contamos al señor presidente qué era la Cumbre Agraria, quiénes
la componíamos; le explicamos los puntos de nuestro pliego unitario y
le solicitamos que convocara a la Mesa Única de Negociación mediante la
expedición de un decreto presidencial”.
Santos aceptó la creación de la Mesa Única que comenzó a reunirse
unos días después, presidida por el Ministro de Agricultura, Rubén Darío
Lizarralde.
Sin embargo, los campesinos continuaron los preparativos del paro.
¿Por qué? La respuesta corre por cuenta de Andrés Gil, vocero de Marcha
Patriótica, dirigente agrario de las ardientes riberas del Magdalena
Medio: “Cuando nos reunimos con Santos, encontramos un Presidente
preocupado por el paro, encontramos un Presidente subrayando que está
buscando soluciones. Nosotros le reiteramos que nada de lo acordado
cuando se levantaron las protestas del año pasado se había cumplido. Le
dijimos que no estamos interesados en afectar las elecciones ni el
proceso de paz. Es más, le propusimos que los acuerdos logrados en La
Habana debían comenzar a aplicarse acá, con medidas que impacten
positivamente el sector agrario para que se genere confianza de que la
paz se está pensando en serio. ¿Qué confianza puede haber en la paz, si
el gobierno no es capaz de lograr acuerdos con el movimiento campesino
aquí en Colombia?”
Según Gil, “la decisión de llamar al paro tomada durante la Cumbre de
marzo se desprendió de los múltiples incumplimientos por parte del
gobierno nacional y de los gobiernos departamentales y locales luego de
que el campesinado levantara las protestas del año pasado. Durante los
alzamientos agrarios del 2013, el gobierno hizo compromisos que no ha
cumplido y por eso las bases campesinas, reunidas democráticamente a lo
largo y ancho del territorio nacional decidieron retomar las protestas,
de manera escalonada durante todo el mes de mayo hasta concluir en un
gran paro nacional agrario a fin de mes. Lo que estamos haciendo los
voceros del campesinado es acatar su decisión mayoritaria”
Es por eso que hace un par de días, cuando el ministro Lizarralde les
pidió que detuvieran la protesta, los dirigentes de la Cumbre Agraria
le respondieron: “Usted, señor Ministro, no puede parar este paro y
nosotros menos”.
Gil asegura que la Cumbre Agraria se está cumpliendo un anhelo de
unidad acariciado durante muchos años y sostiene que en este espacio no
solo se agrupan las plataformas más importantes del país sino que
habitan las más diversas formas organizativas sociales y populares:
“Están prácticamente todos los procesos de comunidades negras de
Colombia; tenemos a los campesinos del Magdalena Medio y del Catatumbo;
el Congreso Nacional Agrario, el Congreso de los Pueblos, mineros del
nordeste antioqueño, del Chocó y del Putumayo; raizales de San Andrés;
la ONIC que tiene un millón 600 mil afiliados. Súmele a eso más de 4
millones de campesinos y 3 millones de afrodescendientes que están en la
Cumbre Agraria, étnica, campesina y popular. Sin embargo, cada vez se
suman más fuerzas, lo cual nos indica que todavía no hemos terminado de
crecer”.
Este fenómeno de crecimiento de la fuerza campesina, inédito en
décadas, le genera una mezcla de asombro y emoción a Carlos Ancízar Rico
Álvarez, quien fuera, entre 1968 y 1972, el primer presidente de la
legendaria Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Con más de
40 años vinculado a las luchas agrarias, este hombre de abundante
cabellera blanca preside en la actualidad la Federación Acción Campesina
Colombiana, que hace parte de la Mesa Nacional de Unidad Agraria.
“A comienzos de los 70, la ANUC lideró la ocupación de 368 mil
hectáreas de tierra, especialmente en el norte del país, hasta que el
gobierno de Misael Pastrana logró dividirnos y se inició un repliegue
del movimiento campesino que duró muchos años”, recuerda Rico.
Según este curtido hombre del campo, que hoy vive en una parcela de
las laderas de la cordillera oriental, en el municipio cundinamarqués de
Silvania, “el movimiento campesino de hoy no solo está crecido y unido,
sino que ha pasado de las luchas meramente reivindicativas a exigir un
cambio a fondo en el modelo de desarrollo rural. Sin este cambio es
imposible encontrarle solución a los problemas del campo”, dice.
Rico resta importancia a eventuales diferencias que pueda haber entre
las organizaciones agrupadas en la Cumbre Agraria y las Dignidades, al
tiempo que subraya que “lo más importante es que la inmensa mayoría de
los sectores organizados del mundo rural colombiano tienen un pliego
unificado que fue presentado al gobierno”.
Ángel Torres, dirigente de la Asociación Nacional de Zonas de Reserva
Campesina (ANZORC), señala que “a partir de mayo nuestras
organizaciones comenzarán a movilizarse (hay unas que están demasiado
lejos) de tal forma que cada día el paro va a crecer. Es decir, lo que
nos proponemos es negociar en caliente, pues hemos comprobado hasta el
cansancio que de otra manera el gobierno no atenderá nuestras
peticiones”.
Asegura Torres que el año pasado, los campesinos decretaron un receso
en las protestas, desbloquearon las vías, asistieron a varias mesas de
negociación con el gobierno “y en ocho meses no hubo ni siquiera un
acuerdo”
Con apenas 25 años de edad, pero con un largo kilometraje en las
luchas campesinas de la región del Catatumbo, Juan Carlos Quintero
despunta como uno de los más aguerridos líderes agrarios del momento en
el país. Él y su hermana, Olga Quintero, han sido objeto de amenazas y
atentados en los últimos meses, no obstante lo cual siguen empeñados en
sacar adelante el pliego que presentaron al gobierno tras el alzamiento
de su región, ocurrido en junio del año pasado.
Sostiene Quintero que hoy en día “el 90 por ciento de las
organizaciones rurales del país confluye en la Cumbre Agraria, mientras
que otro importante sector está agrupado en las Dignidades
Agropecuarias”.
El joven líder define la Cumbre Agraria como “la casa de la Colombia
profunda” y dice que “este es un fenómeno histórico contemporáneo
generado por el avance del neoliberalismo. Las políticas extractivistas
impulsadas por las élites, han hecho el milagro de que juntemos nuestras
voces”.
Justifica Quintero la realización de un paro agrario no solo en el
incumplimiento de los compromisos gubernamentales, sino también en la
necesidad de que las fuerzas sociales y populares emergentes tengan un
espacio en el escenario político nacional: “El régimen mafioso y las
élites del país se enquistaron y se atornillaron aún más con los
resultados de las elecciones del pasado 9 de marzo. Así que el único
escenario que nos queda es la movilización social. Nuestro único
escenario de acción política son las carreteras y las calles de
Colombia. En la primera semana del mes de mayo bajaremos a las veredas y
a los resguardos a conformar los comités y los comandos de paro. A
partir del 5 de mayo escalaremos las acciones de protesta y movilización
en todo el país”.
-A menos de un mes de que se elija el nuevo presidente de Colombia o se reelija al actual…
-Nosotros rechazamos versiones de algunas personas que dicen que si
la reelección fracasa, la responsabilidad de la continuación de los
diálogos de La Habana será del movimiento campesino. También rechazamos
la versión de que si no se profundiza el paro es porque la Cumbre
Agraria es santista. Ninguna de esas lecturas es correcta. Lo único
cierto es que acompañamos a nuestra gente en su sentimiento de
inconformidad hacia un gobierno que en 10 meses de diálogos no solo no
ha cumplido sino que ha saboteado las mesas de interlocución.
Un piso abajo del lugar donde han transcurrido estas entrevistas,
alrededor de una mesa enorme, los delegados de las organizaciones que
conforman la cumbre agraria completan ya más de 8 horas de reunión.
Coordinan cada uno de los pasos que darán a lo largo de un mes de mayo
que pinta bien movido: el primero, día de los trabajadores, por las
calles citadinas desfilaran marchas obreras y populares…de allí en
adelante, el mes de las elecciones se llenará de campesinos y
carreteras.
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