De 114 millones de hectáreas que tiene el país, 38 están asignadas a la exploración petrolera, 11 millones a la minería, de las 750 mil hectáreas en explotación forestal se pasará a 12 millones. La ganadería 39.2 millones. Más de la mitad del territorio colombiano está en función de los intereses de de una economía de enclave"
"De 1965 al 2013 sólo son 48 años"
Un articulo y una constatación histórica
El 18 de octubre del año pasado se instalaron en Oslo, capital de Noruega, las negociaciones entre el gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC. Iván Márquez, jefe de la delegación insurgente, durante su discurso citó algunas cifras. Hasta la fecha el gobierno colombiano ni ha intentado debatir las expuestas a continuación, a pesar de la imagen que dan del país.
Dijo el comandante guerrillero que 30 millones de colombianos viven en la pobreza, o sea el 70% de personas residentes en uno de los países más ricos en recursos estratégicos del mundo. Precisaba que de esa cantidad 12 millones están en la indigencia.
Y seguía entregando datos:
“El 50% de la población económicamente activa, agoniza entre el desempleo y el subempleo, casi 6 millones de campesinos deambulan por las calles víctimas del desplazamiento forzoso. De 114 millones de hectáreas que tiene el país, 38 están asignadas a la exploración petrolera, 11 millones a la minería, de las 750 mil hectáreas en explotación forestal se proyecta pasar a 12 millones. La ganadería extensiva ocupa 39.2 millones. El área cultivable es de 21.5 millones de hectáreas, pero solamente 4.7 millones de ellas están dedicadas a la agricultura, guarismo en decadencia porque ya el país importa 10 millones de toneladas de alimentos al año. Más de la mitad del territorio colombiano está en función de los intereses de una economía de enclave".
“En nuestra visión, colocar sobre la mesa el asunto del desarrollo agrario integral como primer punto del acuerdo general remite a asumir el análisis de uno de los aspectos centrales del conflicto. El problema de la tierra es causa histórica de la confrontación de clases en Colombia. En palabras del comandante Alfonso Cano “las FARC nacimos resistiendo a la violencia oligárquica que utiliza sistemáticamente el crimen político para liquidar a la oposición democrática y revolucionaria; también como respuesta campesina y popular a la agresión latifundista y terrateniente que inundó de sangre los campos colombianos usurpando tierras de campesinos y colonos" […] (1)“Aquello que fue causa esencial del alzamiento armado y de una heroica resistencia campesina, a lo largo del tiempo se ha agudizado. La geofagia de los latifundistas acentuó la desequilibrada e injusta estructura de la tenencia de la tierra. El coeficiente GINI (2) en el campo alcanza el 0,89. ¡Espantosa desigualdad! Los mismos datos oficiales dan cuenta de que las fincas de más de 500 hectáreas corresponden al 0.4% de los propietarios que controlan el 61.2% de la superficie agrícola. Se trata de una acumulación por desposesión, cuya más reciente referencia habla de 8 millones de hectáreas arrebatadas a sangre y fuego a través de masacres paramilitares, fosas comunes, desapariciones y desplazamiento forzoso, crímenes de lesa humanidad, acentuados durante los 8 años de gobierno de [Alvaro] Uribe, todos ellos componentes del terrorismo de Estado en Colombia […]
Hasta aquí se retoma el discurso de Márquez del 18 de octubre del 2012.
Aunque se dice que las comparaciones son odiosas, bueno es leer los siguientes apartes de un artículo del diario francés Le Monde, con fecha del 31 de enero de 1965 (3). En este diario “liberal” se decía sobre Colombia:
“La clase dominante…“Cada vez que el pueblo quiere tomar en sus manos la defensa de sus intereses, sus movimientos han sido reprimidos con sangre, y ello se ha dado desde la insurrección de los “Comuneros”, en 1781. (4) En cada ocasión, ante la protesta de un pueblo que reclama sus derechos, la clase gobernante se alía con la potencia dominante: con los agentes de la corona española, ayer; con los intereses estadounidenses, hoy.
Esta minoría de poseedores y gobernantes está esencialmente formada por descendientes de los grandes propietarios latifundistas y negociantes de la época colonial, generalmente integrados hoy en día al gran capitalismo. Alrededor de ellos prosperan los capitalistas de origen reciente. Este pequeño número de familias representa un 4% de la población, pero se apropia de más del 40% de la renta nacional. Más del 60% de las empresas pertenece a menos del 1% de los industriales.
“En este país donde la población del campo predomina, ocho mil noventa propietarios poseen el 40.22% de las tierras cultivables, pero estos latifundistas sólo cultivan el 10% de esa superficie. Mientras que un millón doscientos mil campesinos comparten el 6.88% de las tierras cultivables.“… Y su sumisión al capital americano…“No sólo Estados Unidos monopoliza el comercio exterior colombiano, hasta imponiendo el precio del café -del cual depende la vida económica del país-, sino que interviene en todos los sectores financieros vitales para la soberanía de un país. Los acuerdos firmados con los monopolios petroleros estadounidenses obligan a Colombia a pagar en dólares el petróleo bruto extraído del mismo subsuelo colombiano, y necesario para el consumo interno. Además, en virtud de una controvertida cláusula, el impuesto pagado por esas compañías petroleras disminuye en la medida que aumenta la cantidad de petróleo extraído.“Ante ello la alta burguesía colombiana ha adoptado una actitud complaciente, bien diferente de la violencia con la cual ella responde a las reivindicaciones de su propio pueblo […]“Los orígenes de la violencia y la resistencia“Porque un tal “orden social” no ha podido ser establecido y mantenido más que con violencia […] bandas de asesinos siembran el terror bajo el color de las luchas políticas de los partidos tradicionales (5): los pequeños propietarios son obligados a vender a bajo precio, o a dejar todos sus bienes para provecho de los políticos locales y de los grandes propietarios. Desde hace muchos años centenas de miles de campesinos han sido arrojados por la violencia a las montañas inhóspitas, o a la miseria en las ciudades. Se evalúa en 300 mil los colombianos que han muerto violentamente desde 1946 […].“Desde hace un siglo la oligarquía controla la actividad política del país gracias a dos partidos políticos que se dicen hereditariamente enemigos (Liberal y Conservador). Mientras que la Iglesia Católica tiende a asegurar el control de las conciencias […]"
Al leer esos apartes del artículo en Le Monde, parece que la situación social, política económica y de soberanía se hubiera detenido en Colombia. Es como si no hubieran pasado 48 años entre ese reportaje y el discurso del guerrillero Iván Márquez en Oslo.
Y por si aún no existe alguna sensación de consternación entre los lectores ante estos dos textos tan lejanos pero tan cercanos, para terminar propongo leer lo que reconoció a la revista colombiana Cambio, uno de los hombres más poderosos de Colombia y de América Latina en 1999, Julio Mario Santodomingo: “La guerrilla responde a una razón política que tiene que ver con la pobreza, con el atraso, con la falta de oportunidades y con distintas formas de persecución que ellos sufren.”
Notas:
[1] El Coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadista italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad de los ingresos en un país pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual.
[2] Mayo 27 de 1964, es la fecha que se toma como la de fundación de las FARC. El mismo año surge el Ejército de Liberación Nacional, ELN.
[3] “El ejercito colombiano intenta acabar con «las repúblicas campesinas independientes»” (L’Armée colombienne tente de réduire “les republiques paysannes indépendantes”). Le Monde, París, 31 enero de 1965.
[4] La insurrección de los Comuneros fue un levantamiento de los criollos contra la Corona española, motivado esencialmente para oponerse al aumento de contribuciones.
[5] Partidos Liberal y Conservador, fundados a mediados del Siglo XIX.
(*) Hernando Calvo Ospina es periodista y escritor colombiano, residente en Francia y colaborador de Le Monde Diplomatique. Su página web: http://hcalvospina.free.fr/
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