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MUJERES MIGRANTES, UNA PERSPECTIVA LATINOAMERICANA

Por Fabiana Yanez, militante Partido Comunista Clandestino Colombiano   IAgosto de 2015I

A través de la historia los procesos migratorios se han dado con relativa frecuencia, y en las últimas décadas se han caracterizado por causas igualmente regulares: pobreza y conflictos armados. Recientemente, el mundo entero pudo percatarse de la hecatombe sufrida por mujeres, hombres, niños y ancianos ahogándose en el mar Mediterráneo, huyendo de la miseria, las guerras y las masacres propiciadas por el imperialismo en varios países africanos.


Tal vez menos macabra pero igual de dolorosa, la migración latinoamericana a Europa experimentó, entre finales de la década de los noventa y comienzo de este siglo, un auge significativo sobre todo desde Ecuador, República Dominicana, Chile, Bolivia, Colombia y Brasil. Algunos partieron esperanzados en lograr encontrar trabajo, para así poder ayudar financieramente a sus familias, y otros, huyendo de la violencia y la persecución de gobiernos reaccionarios.

No todos lograron sus objetivos, y a menudo la soledad se ha convertido en compañera, apareciendo con el tiempo la contradicción entre regresar o morir en tierras lejanas, muchas veces, sin ningún familiar o persona que pueda tenderles una mano.

La población latinoamericana estimada en Europa según Eurostat (2005) arrojó las siguientes cifras, que aunque difícilmente comparables, permiten realizar sin embargo un estimado. El 70% de los 1.898.160 latinoamericanos que viven en un país miembro de la Unión Europea se concentra en España. Seguido de España, donde los latinoamericanos representan alrededor del 3% de la población total, se encuentra Italia, con solo un 0,37% y Portugal con 0,25%.


Continuando la clasificación por orden decreciente, Suecia y el Reino Unido son los únicos que sobrepasan el umbral del 0,2%. Medio millón son de Ecuador, 300.000 de Colombia y alrededor de 150.000 de Brasil, Argentina y Perú, la mayoría mujeres jóvenes adultas.

A partir de los años 2008-2010 se produjo una disminución de la inmigración latinoamericana a Europa con una caída promedio de 37% en el caso de España. Por tanto, en un periodo de 11 años, que comprende de 2002 a 2013, se observa que menos de un tercio de la población total procedente de América Latina y el Caribe salió de España. Este comportamiento puede explicarse a partir de tres factores: 1) la existencia de condiciones precarias de empleo en los países de origen; 2) los altos costos de retorno y 3) la dificultad que supone el retorno para considerar un nuevo regreso (Dinámicas Migratorias entre Al y Europa, 2015); aunque, el informe del DAES-ONU de 2013 destaca que entre 1990 y 2013, América Latina es la región que experimentó el incremento más importante de migración femenina, aumentando en 23 años del 1.8%, no así para la masculina muy afectada por la caída de la demanda de fuerza de trabajo en sectores como construcción, servicio y manufactura.

La mujer en el proceso migratorio.
Hay que considerar que hacer una estimación de la cantidad de migrantes latinoamericanos en las últimas décadas es difícil, puesto que no existe un mecanismo fiable de control, debido a que las estadísticas están basadas en la información entregada por los propios interesados, y alteradas, en ocasiones, por el movimiento que se da de estas personas dentro de la misma zona comunitaria. En lo que sí coinciden diferentes fuentes, es en el crecimiento migratorio más marcado de mujeres con respecto a los hombres, lo que arroja una migración más femenina que masculina.

Los estudios señalan que muchas de estas mujeres se convirtieron en pilares económicos de sus familias, siendo emisoras del 60% de las famosas “remesas”. El que sea una migración mayoritariamente de mujeres, obedece a las oportunidades de trabajo. Sometidas siempre a jornadas laborales prolongadas y, por supuesto, remuneradas con sueldos comprimidos por la discriminación salarial y de género, la mayoría de las migrantes trabaja en tareas domésticas, cuidado de ancianos y de niños, entre otros menesteres.

En España por ejemplo, las posibilidades laborales actuales se encuentran relacionadas con trabajos domésticos. Los hombres llegaron pocos años más tarde, a través de las reagrupaciones familiares y los contratos en los países de origen, por el procedimiento de las cuotas o por el régimen general.

Aunque en los anos ‘90 llegaron profesionales pero ocupando puestos por debajo de su nivel de instrucción, y también personal técnico y muchos con escasos estudios, que se insertaron en empleos manuales no deseados por los mismos europeos.

b_350_233_16777215_00_images_migrantes2.jpgLas mujeres jóvenes, no casadas, emigran en una proporción mayor, más aún si vienen de un medio urbano. Cabe señalar que el 50% de los migrantes en el mundo son mujeres. Muchas mujeres trabajan en el servicio de casa, como cocineras, niñeras, etc. Unas salen como estudiantes, encontrando posteriormente trabajos para mandar dinero a su familia. Existen también mujeres (igualmente hombres) que trabajan en el mundo del entretenimiento y de la prostitución, hecho innegable. En este último caso las relaciones con sus familias son ambiguas, siendo a menudo esta situación aceptada, ya que se convierten en el sustento del resto de la familia que se queda en el país de origen, sin ser cuestionadas por la opción de esta alternativa.

Cuenta una madre dominicana: "Aquí (mi hija) trabajaba y estudiaba, pero el dinero no le daba; entonces se fue a trabajar (a Suiza). Una amiga le arregló el viaje y se la llevó; le consiguió un contrato para trabajar en un cabaret. El papá vendió un solar y con eso pudo ayudarla a pagar el viaje y pagarle a la amiga que la ayudó a conseguir el contrato. Ahora, ella me mantiene con las remesas." (Comentario de un maestro en Doña Ana, San Cristóbal, República Dominicana - Abril 2005).

Independientemente de las opciones para ayudar a las familias, se evidencia igualmente otra consecuencia para estas mujeres y sus núcleos familiares, la recomposición de las familias en los países de origen y el impacto en la vida familiar y relaciones afectivas, tanto con los hijos como con los esposos y demás familiares.

Cambios en el flujo migratorio
Según los datos entregados por Bélgica, entre 1995 y 2005 aumentaron casi el 100% las inmigraciones, con una marcada tendencia a la baja en los últimos años, probablemente debido a la grave crisis económica que azota Europa, y por el aumento de las restricciones para el ingreso a la zona euro, así como la restricción y reducción de las ayudas sociales entregadas a los inmigrantes, puesto que los países europeos aplican sin descanso políticas económicas y sociales de austeridad y ajustes.

Las cifras señalan un aumento en la flexibilización y los horarios laborales, recorte de la seguridad social, baja de los salarios y una tasa de desempleo de hasta un 34% en el 2011 para la migración latina en España particularmente. Estas tendencias han llevado a muchos migrantes a plantearse y concretizar el retorno a sus países de origen. Un caso significativo es el de Ecuador, con la Operación Retorno organizada por el gobierno del Presidente Correa, a la cual se acogieron muchos ecuatorianos hace algunos años que estaban siendo objeto de estos avatares.

En el último lustro se observa que esta ola migratoria comienza a invertirse. Como antaño, son españoles, italianos, portugueses, irlandeses y griegos los que se lanzan a otras tierras en busca de alternativas, puesto que en sus países imperan el desempleo, la precariedad y la desesperanza. Se trata de migraciones tanto a América Latina como a otros continentes, protagonizadas principalmente por jóvenes sin empleo pero también por jubilados y pequeños empresarios.

Aquellos que plantean que las economías europeas están en crisis por el exceso de migrantes, pueden echar a la basura esta burda excusa xenofóbica.

El problema radica, una vez más, en las condiciones de vida desiguales que obligan a las personas a abandonar sus países y en las ventajas obtenidas por los países de destino de esta mano de obra barata, muchas veces calificada. Aquí no entramos en detalle, pero muchos de estos latinoamericanos, y los migrantes en general, vivirán por largos periodos en condiciones de ilegalidad y sin ningún derecho a seguridad social, que vendrá a agudizar muchas veces sus condiciones precarias de vida como inmigrantes, en casas o camas compartidas, las llamadas “camas calientes”, en que unos duermen de día y otros de noches, según el trabajo u horario laboral que los requiera, para reducir sus gastos.

Más allá de las políticas coyunturales de tal o cual gobierno, y de los crecientes fenómenos de racismo, xenofobia y discriminación, el problema de fondo es el capitalismo y su necesidad de mantener y ampliar un ejército laboral de reserva, en el cual los migrantes son más chantajeables que los europeos, y las mujeres son más vulnerables que los hombres.

Urge que las y los migrantes latinoamericanos en los diferentes países se organicen, se sumen a la lucha en contra de la eurocracia y se solidaricen con los procesos antiimperialistas y bolivarianos que se adelantan en Nuestra América.


Tomado de www.mujerfariana.org/index.php/vision-de-mujer/387-mujeres-migrantes-una-perspectiva-latinoamericana




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