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Comunicado Público de los Prisioneros Políticos y de Guerra de las FARC-EP


Comunicado Público de los Prisioneros Políticos y de Guerra de las FARC-EP
Más de 9.500 Prisioneros Políticos y de Guerra inundan las mazmorras colombianas y la cifra va en ascenso vertiginoso. Más del 90% de los mismos constituyen actores civiles, víctimas de la persecución y de la intolerancia de un régimen que no permite que se piense diferente a lo impuesto
Comunicado Público de los Prisioneros Políticos y de Guerra de las FARC-EP






Desde la cárcel más hacinada de Colombia, los Prisioneros de Guerra de las FARC-EP queremos hacer llegar un saludo muy especial a todo el pueblo colombiano, ese pueblo aguerrido y luchador que ha sido sistemáticamente reprimido y asesinado por medio del terrorismo de Estado aplicado por la oligarquía colombiana en su contra de forma vehemente y sanguinaria. Igualmente enviamos un abrazo caluroso y bolivariano a todos los Prisioneros Políticos y de Guerra en las mazmorras colombianas y en las cárceles del imperio; son ellos, la muestra fehaciente e innegable de la convicción  que embarga al pueblo de Colombia para alcanzar su definitiva independencia.

Nuevamente se ha puesto sobre la palestra pública las denigrantes e indignas condiciones en las que tenemos que vivir los más de 100.000 compatriotas, entre Presos Sociales y Políticos, que nos encontramos privados de la libertad en estos depósitos de seres humanos que son las cárceles en Colombia. Algunos de estos centros penitenciarios alcanzan hoy la alarmante cifra de 400% de hacinamiento, en los que diariamente los prisioneros nos vemos obligados inclusive a limpiar los baños en las noches para utilizarlos como dormitorios y lugares para cocinar.

Es apenas normal que pululen en medio de tan inhumanas condiciones las enfermedades infecciosas y contagiosas en estos depósitos de seres humanos. En muchos de ellos además, es suspendido el servicio de agua cuando los internos por algún motivo se organizan para exigir una mejoría de las condiciones de reclusión, lo cual agrava el ya pésimo entorno sanitario de los mismos y representa una violación flagrante a los Derechos Humanos de los internos que tanto las administraciones de las cárceles y el Gral. Gustavo Adolfo Ricaurte se mofan de respetar. Es tal el cinismo que han adoptado como lema del INPEC: “su dignidad humana y la mía, son inviolables”. Ahí está pintada la oligarquía colombiana. En la cárcel de Bellavista, solo por mencionar un caso, empezaron hace poco a hacer un estudio para saber cuántos internos sufrían de enfermedades infecto-contagiosas y de transmisión sexual como el VIH. La cifra fue tan alarmante, que en vez de afrontar el problema con responsabilidad y compromiso, decidieron suspender el estudio.

 Miles de internos son alejados premeditadamente de sus entornos familiares, lo cual es clara violación de la Ley 65 de 1993 y de la constitución misma; esto, con el único objetivo de impedir cualquier tipo de relación social con el exterior, lo cual golpea psicológicamente al interno al punto de que ya son múltiples los casos de suicidios consumados e intentos de suicidios en las penitenciarías más alejadas de la geografía nacional.   Los servicios de telecomunicaciones y de expendio de alimentos son manejados bajo la égida terrible de una visión mercantilista, en medio de una población carcelaria que carece de los mínimos recursos económicos para su subsistencia. Los servicios de salud son completamente inexistentes, y por lo mismo, día a día cientos de prisioneros agonizan en medio de la más terrible desatención médica. Son incontables los gritos de dolor que emanan de las celdas de las prisiones colombianas, gritos que se ahogan en los ecos de la soledad. 
Por otra parte, como ya lo denunciamos el año pasado, más de 9.500 Prisioneros Políticos y de Guerra inundan las mazmorras colombianas y la cifra va en ascenso vertiginoso. Más del 90% de los mismos constituyen actores civiles, víctimas de la persecución y de la intolerancia de un régimen que no permite que se piense diferente a lo que ellos han establecido. Más del 80% de los mismos salen después de años de privación de la libertad sin poder comprobárseles ninguna clase de delito. Estos 9.500 Prisioneros Políticos y de Guerra además de tener que afrontar las duras condiciones de las cárceles de Colombia, tienen que hacer frente día a día al ensañamiento, persecución política y represión por parte de los organismos del Estado. No son pocos los casos de intento de asesinato por parte del INPEC y sus esbirros en contra de prisioneros que han visto, en la prisión, otra trinchera de lucha para la construcción de un país completamente diferente. 

Todas estas condiciones de privación de la libertad comentadas anteriormente constituyen una realidad verdaderamente Dantesca; un infierno en vida para quienes nos toca sobrevivir día a día en estas denigrantes, ignominiosas, infames y viles realidades. Esto, sin abordar las condiciones a las que se enfrentan los Prisioneros Políticos del imperio Simón Trinidad, Sonia e Iván Vargas, sobre las cuales solo diremos que son aún más duras y difíciles, tal como ellos mismos lo han relatado en diversas ocasiones. A pesar de estas oprobiosas circunstancias, el gobierno se rasga las vestiduras cuando son capturados en combate y hechos prisioneros por la insurgencia, policías y soldados en medio de la confrontación armada. 

“Secuestrados”, dicen inmediatamente en medio de los más alarmantes berridos propios de quienes no les ha tocado sufrir en carne y hueso la guerra que asola la patria hace ya décadas. Las cosas hay que llamarlas por su nombre si se quiere lograr una paz verdadera, estable y duradera. Los capturados en combate son prisioneros de guerra tal como nosotros. Secuestrados son los miles de compatriotas que hoy se encuentran en las cárceles, apresados en capturas masivas, víctimas de montajes judiciales, y a quienes se les niega completamente su derecho a una defensa jurídica efectiva. Sin embargo, en honor a la verdad hay que decir que muy diferentes son las condiciones de los Prisioneros de Guerra de uno y otro lado. 

¡Qué diferencia tan abismal hay entre los policías y soldados capturados por la insurgencia, y los guerrilleros que nos encontramos en las cárceles del régimen! ¡Cuánto no daríamos nosotros por estar, a pesar de nuestra privación de la libertad, disfrutando del aire puro, del entorno de la naturaleza, sin hacinamiento, con una alimentación balanceada y una atención médica real y digna! La situación en la que se encuentran los prisioneros de uno u otro bando en la confrontación, muestra sin lugar a dudas las condiciones humanas de cada una de las partes. Queremos por otra parte, realizar dos denuncias concretas de hechos acaecidos que demuestran nuevas formas de ejercer la represión por parte del Estado en contra de los Prisioneros de Guerra y que evidencia la vileza de sus métodos. 

Al Prisionero de Guerra de las FARC-EP, Rolando Albeiro Acevedo Muñoz integrante del Frente Urbano y Rural Jacobo Arenas, le fue notificada su libertad por cumplimiento de la pena de Rebelión después de 9 años de privación de la misma. En el momento mismo en el que puso un pie fuera de la cárcel La Tramacúa en Valledupar, fue recapturado por la Policía Nacional y mostrado ante los medios de comunicación como un peligroso terrorista capturado gracias a las labores de seguimiento e inteligencia en zona rural en los límites entre Valledupar y Norte de Santander. 

De esta forma, tal como ellos mismos dicen, los organismos policiales se anotaban un nuevo golpe a las estructuras urbanas de las FARC-EP, con la particularidad de que se constituía en realidad en la captura de un guerrillero que ya se encontraba privado de la libertad desde hace años. Nuestro camarada se ha convertido así, en víctima de una nueva forma de montaje judicial, nunca antes utilizada por parte de los organismos del Estado, y se encuentra hoy recluido en la mencionada penitenciaría después de haber purgado su condena. (Ver noticia: www.vanguardiavalledupar.com/judicial/2566-por-triple-secuestro-capturaron-a-el-cacheton). 


El segundo caso es aún más preocupante. Se trata de nuestro camarada Gustavo Hernán Giraldo Amaya guerrillero del 5° Frente del Bloque Iván Ríos de las FARC-EP. Gustavo Hernán se encontraba desde el año 2006 privado de su libertad por el delito de Rebelión en el patio 8° de la Cárcel Nacional Bellavista en Medellín. En el año 2011 Gustavo Hernán se enfermó de Tuberculosis por causa de las pésimas condiciones sanitarias de este centro de reclusión. Su enfermedad se agravó hasta tal punto por la desatención médica que el camarada perdió más del 50% de su masa corporal en menos de seis meses, y se encontraba casi en estado terminal, sin poder valerse por sus propios medios.  Luego de una campaña de denuncia de organizaciones de Derechos Humanos a nivel nacional e internacional de la grave situación médica vivida por este valeroso prisionero, y de una incansable lucha jurídica por parte de su familia, se logró que un Juzgado de Penas y Medidas le otorgará la medida de prisión domiciliaria con el objetivo de que pudiera ser atendido por el INPEC en su casa médicamente. (Ver noticia: www.conapcolombia.org/?p=1437)         

Sin embargo, en el tiempo que estuvo en prisión domiciliaria el INPEC no le llevó tampoco una sola pastilla, ni atendió su grave estado de salud aún cuando seguía siendo responsable de su atención médica. Cabe resaltar que el prisionero tenía prohibido moverse de la casa de su madre donde cumplía la pena sustitutiva de prisión domiciliaria por lo cual no podía ser llevado a ningún centro médico. Luego de dos meses de prisión domiciliaria, nuestro camarada fue vilmente asesinado frente a su esposa, hijas y madre en total estado de indefensión por tres hombres armados que llegaron a la casa donde cumplía la prisión domiciliaria. Ya muchos problemas le había ocasionado al Estado, más aún cuando se destacó como un aguerrido combatiente y un Prisionero que nunca decayó en su moral revolucionaria mientras estuvo privado de su libertad. Se constituye este caso en una nueva forma de ejecución extrajudicial por parte de los organismos de seguridad estatales, totalmente reprochable y execrable. 


Ya ni siquiera se quedan en esa forma de tortura llamada desatención médica, utilizada sistemáticamente contra nuestros prisioneros, sino que ahora van a sus casas a asesinarlos cuando les es otorgada la prisión domiciliaria para que puedan mejorar sus condiciones de salud. Denunciamos de forma vehemente los dos casos anteriores y hacemos un llamado para que la sociedad colombiana en su conjunto, no guarde más silencio frente a la situación vivida por nuestros Prisioneros Políticos y de Guerra.

Por último queremos enviar un combativo y bolivariano saludo a la Delegación de Paz de las FARC-EP en La Habana. Decirles que a pesar de las oprobiosas condiciones en que nos encontramos continuamos con nuestra moral en alto para seguir luchando por la Nueva Colombia, la Patria Grande y el Socialismo. Invitarlos a que sigan denunciando las inhumanas condiciones de las prisiones colombianas, y haciendo hasta lo imposible para que nuestro camarada Simón Trinidad pueda estar de cuerpo presente en la mesa de diálogos por la Paz con Justicia Social, en representación de toda las FARC-EP, pero fundamentalmente de quienes nos encontramos privados de la libertad  en condición de Prisioneros de Guerra por este régimen asesino. 

 “SÓLO HABRÁ PAZ, CUANDO SE INSTAURE LA JUSTICIA SOCIAL”“PODRÁN ATAR NUESTRAS MANOS, PERO JAMÁS NUESTROS SUEÑOS DE JUSTICIA Y LIBERTAD”“VENCEREMOS” Prisioneros de Guerra de las FARC-EP

Cárcel de Bellavista, Medellín12 de Febrero de 2013        
  

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